Lic. Mario A. Payarola
psicologo especializado en violencia familiar

Violencia Familiar

Historia

Contrariamente a ciertos mitos populares, la violencia hacia la mujer en la relación de pareja, es una problemática común a diversos países, culturas y clases sociales. Afecta a una gran cantidad de mujeres y esto ha sido denunciado desde la década de los 70 por el movimiento feminista hasta la actualidad. En nuestro país recién se comenzó a hablar de esta problemática a partir del año 1983 con la vuelta de la democracia luego de siete años de dictadura militar. Desde entonces hasta el día de hoy, se crearon instituciones tanto gubernamentales y no gubernamentales para la atención de las mujeres, con el objetivo de protegerlas brindándoles asistencia psicológica y asesoramiento legal. Asimismo se promulgaron leyes como la 24.417 (año 1994) y 26.485 (año 2009) y se incorporó a nuestra Constitución la Convención de Belén Do Pará, en la cual se insta a los estados partes a adoptar políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.

Actualidad

Día a día se multiplican las denuncias de mujeres por la violencia ejercida hacia ellas por parte del varón con el que han tenido un vínculo afectivo, lo cual nos obliga como sociedad a redoblar los esfuerzos para reducir la incidencia de la violencia de género. En ese sentido debemos pensar en la implementación de políticas públicas que a corto plazo logren la protección inmediata de la mujer víctima, restablecerla por los daños que pudo haber sufrido y lograr su reinserción social. Tampoco debemos olvidar el sufrimiento de los niños testigos de violencia, quienes de no contar con una ayuda psicológica adecuada tienden a reproducir el mismo tipo de conductas en la adultez.

¿Qué se puede hacer con los hombres que ejercen violencia?¿tienen estos hombres posibilidades de cambio?

Como forma de detener y prevenir las conductas violentas de género en el futuro, sería necesario, instalar dispositivos para la recuperación de los hombres que la ejercieron, en la mayor cantidad de distritos posibles, a los efectos de lograr la modificación de dichas conductas. Es sabido que sin una intervención eficaz sobre ellos, tenderán a repetir la conducta violenta con la misma víctima, aún habiéndose separado de ella o bien con otras mujeres.
Estos dispositivos, se denominan Programas Psico-socio-educativos y deberían trabajar en coordinación con la Justicia Civil y Penal, ya que siendo estos últimos los receptores de las denuncias, identifican a los agresores, y podrían derivarlos a estos programas de tratamiento. En nuestro país los efectores de dichos programas están agrupados en la red R-E-T-E-M y funcionan en diferentes localidades.
Los programas mencionados deberían tener un contacto fluido con los centros de protección de las mujeres y niños. El trabajo coordinado con las instituciones mencionadas, redundará en poder brindar una mayor seguridad a las víctimas de violencia de género.

Lic. Mario A. Payarola
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